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A Luisa Quintero le diagnosticaron morbus Crohn, una enfermedad autoinmune que afecta el tubo digestivo. Retomar una pasión de la infancia, le ayudó a sanarse y recuperar su bienestar.

Luisa es administradora de sistemas y trabaja como parte del área de gestión humana de una empresa. Se juraba multitarea y ultraproductiva porque le quitaba espacio a todo tipo de actividades para poder trabajar más, por ejemplo, cocinar era un lujo para el que «no tenía tiempo».

Tenía como costumbre trabajar hasta las siete de la noche, dos horas más que las de su horario laboral. Lo hacía porque siempre quería dejar todos sus pendientes resueltos y terminaba con un poco de ansiedad por todas las tareas que tendría que realizar al siguiente día.

Su cuerpo resistió ese ritmo por siete años, hasta que en 2022 «tocó fondo»: enfermó y el diagnóstico fue morbus Crohn, una enfermedad autoinmune que afecta el tubo digestivo. Empezó tratamiento y a mejorar su dieta, su estrés laboral ya se combinaba con el de estar siempre atenta a lo que iba a comer o no.

Sentía que había entrado en un círculo vicioso de estrés; por eso, mientras cuidaba de su enfermedad, también buscó ayuda para su mente. Acudió a la medicina alternativa con el objetivo de sanar su relación con los alimentos, con su trabajo y con su tiempo.

Necesitaba encontrar algo que le gustara y destinar tiempo del que normalmente usaba para trabajar extra en ello. Le costó mucho empezar a salir a las cinco de la tarde de la oficina, porque parecía «atornillada a la silla» y porque el cambio de mentalidad era importante.

Tampoco le fue fácil elegir un hobby, sin embargo, decidió probar con algo que había dejado de hacer desde niña: tocar el piano. Se inscribió a clases en Comfama y empezó a notar que efectivamente mientras aprendía dejaba de pensar, se le olvidaba el día a día por un rato.

Seguramente tocar piano no es fácil porque eso de que cada mano se mueva de forma independiente, no es un talento democráticamente repartido. Lo bueno es que a Luisa eso en lugar de frustrarla, la motivaba. Ella disfrutaba aprendiendo y por eso repetir y repetir, practicar y practicar, más que una carga, se convirtió en un alivio.

Hizo una lista de reproducción de sus canciones favoritas y empezó a buscar las partituras para empezar a interpretarlas. Va sin afán, repite los niveles con alegría; encontró tiempo para ella y para disfrutarse. Sanar simplemente ha sido una consecuencia.

¿Cuánto tiempo de la rutina diaria te dedicas y cómo lo disfrutas?

En defensa del ocio para mantenernos sanos

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